LA SALVACIÓN Y LA GRACIA
A algunos les parece que queremos sacarle a Jesús el mérito de la salvación del hombre aún no rescatado, por el hecho de proponer la tesis bíblica de que, en el proceso de rescate del hombre, se hace necesario obedecer los mandamientos de Dios. En la tesis que elaboramos y que buscamos probar bíblicamente, destacamos que la ley es la primera condición impuesta por Dios para cualquier cosa en la vida de un verdadero cristiano. Pero esto no se acepta del todo entre la mayoría de los que se profesan cristianos; e incluso entre ellos hay algunos que imaginan que deliramos cuando hablamos sobre el tema. Y un sábado en el que estuve visitando una comunidad evangélica, participé en el estudio bíblico que allí se desarrollaba en la ocasión. En esa oportunidad intentamos mostrar revelaciones bíblicas pertinentes al proceso de salvación, ocasión en la que fuimos rechazados por el líder de esa comunidad quien, además de oponerse a nuestra tesis, llegó a afirmar que queríamos causar tumulto en el estudio bíblico.
Y, ¿cuál es la tesis que propusimos en esa ocasión? Una de ellas es que la Ley de Dios concede la salvación. Y si eso no estuviera de acuerdo con las Sagradas Escrituras, ciertamente yo sería un mentiroso. Pero es bíblico, aunque nos parezca que algunos no entiendan debido al hecho de que sus ojos están ciegos, o a la idea común de que el varón Jesús es el salvador, y que la salvación no depende del mérito de nadie; que Él pagó el precio de rescatar al hombre, y que éste no necesita obedecer la Ley de Dios para salvarse.
Y, para reforzar aquello que nos hemos propuesto y demostrado en los trabajos que elaboramos como tesis, destacaremos algunos puntos que juzgo necesarios para traer luz a algunos que están siendo engañados por sus líderes o que comparten una idea sobre la salvación que juzgo engañosa.
Existe un texto bíblico en el que el salinista dice:
“Seme por peña de fortaleza, adonde recurra yo continuamente; de este un mandamiento que me salva, porque tú eres mi roca, y mi castillo”. Sal 71:3. Este segundo es la traducción corregida y revisada de João.
Esse texto no se presenta de esta forma en algunas versiones de la Biblia, sino de un modo que engaña a aquellos que no están instruidos.
En todo caso, digamos que este texto es sospechoso y que no es correcto, por lo que recurriremos a un episodio vivido por Jesús y un joven que lo buscó para saber cómo heredar la vida eterna. Veamos el texto completo:
Y he aquí, uno llegándose le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Y él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno es bueno sino uno, es a saber, Dios; y si quieres entrar a la vida, guarda los mandamientos”. Mt 19:16 y 17.
Ahora bien, ¿la condición para la salvación, según un concepto común en el medio evangélico, no es aceptar a Jesús? Entonces, ¿por qué Jesús propuso que aquel muchacho obedeciera los mandamientos como condición para obtener la vida eterna? Jesús podría decir simplemente “¡Acéptame como Salvador y encontrarás la salvación!”
En el trabajo que elaboramos con el título “La Ley Perfecta” y cuyo subtítulo es “Mí, a mí, conmigo”, elaboramos la tesis bíblica de que muchas veces, al hablar refiriéndose a sí mismo, Jesús hacía alusión a Su palabra o ley, la cual Lo representa. Sino veamos:
Jesús dijo que Él es el camino, la verdad y la vida. Jn 14:6.
Pero, ¿cómo alguien entraría a través de Jesús? Observe:
“Mas vosotros os habéis apartado del camino; habéis hecho tropezar a muchos en la ley; habéis corrompido el pacto de Leví, dijo el Señor de los ejércitos”. Ml 2:8.
Entonces, el camino es la ley.
Con relación a la verdad, dijo Jesús que Él vino para dar testimonio de la verdad.
“Le dijo entonces Pilato: ¿Luego Rey eres tú? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy Rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la Verdad. Todo aquel que es de la Verdad, oye mi voz. Jn 18:37.
¿Qué es ella? Observe:
“Tu justicia es justicia eterna, y tu ley la misma verdad”. Sal. 119:142.
Entonces Jesús no vino a dar testimonio de sí mismo como persona física, sino de Su persona jurídica, Su palabra, que es Su ley, la cual Lo representa.
¿Y con relación a la vida eterna? Veamos:
Dijo Jesús: “Y sé que su mandamiento es vida eterna”. Jn 12:50, p.parte.
Entonces, cuando dijo en más de una ocasión que Él es la vida, no se refería a Su persona física sino a la jurídica, Su palabra o ley.
Asimismo, Jesús también dijo:
“Porque la ley por Moisés fue dada, mas la gracia y la verdad por Jesús, el Cristo, fue hecha”. Jn 1:17
De lo que se deduce que la verdad de Dios, la cual es la Ley de Dios, el propio Jesús la dio a Su pueblo y Él mismo la ratificó en el monte Sinaí.
Pero alguien diría: El texto afirma que Moisés ha traído la ley. A pesar de ello, si la verdad es la Ley de Dios, y si Jesús nos la dio, aunque Él no tomase ese nombre en aquel tiempo, se concluye que la ley que Moisés trajo fue la ceremonial, la cual el propio Dios, Jesús y los apóstoles llaman “Ley de Moisés”. Ml 4:4 y Lc. 24:44; Jn 7:23; He 13:39; He 28:23 ; 1 Co 9:9.
Y cuando Dios eligió al pueblo que salió de Egipto como Su pueblo, la condición para que este fuera pueblo santo pasaba obligatoriamente por la obediencia a los mandamientos de Dios. Observe:
“Te confirmará el Señor por pueblo suyo santo, como te ha jurado, cuando guardares los mandamientos del Señor tu Dios, y anduvieres en sus caminos”. Dt 28:9.
Lo único que Dios transmitió al pueblo salido de Egipto a viva voz fueron Sus mandamientos. Y como en el texto que eso declara, dice: “Y habló Dios todas estas palabras, diciendo”. Ex 20:1. Y pasa a enumerar Sus mandamientos. Las demás cosas Él las dio por las manos de Moisés, razón por la cual se llaman “Ley de Moisés”.
En el texto cuyo subtítulo es “Justificados por Cristo”, mostramos que Cristo es la persona jurídica de Dios, mientras que Jesús es la representación física de Dios.
Hoy se acostumbra llamar a Jesús como Jesús Cristo. Sin embargo, lo correcto es llamarlo Jesús, el Cristo, ya que este nombre es un adjetivo de Jesus.
En el juicio a Jesús, los ancianos preguntaron: “Eres tú el Cristo? Dínoslo. Y les dijo: Si os lo dijere, no creeríais; Lc 22:67.
En otra ocasión le dijeron:
“Hasta cuándo quitas nuestra alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente”. Jn 10:24.
Entonces, a través de las profecías, ellos sabían que la palabra de Dios, que es Cristo, se haría carne y habilitaría entre los humanos. Y un texto de Isaías ya lo preveía al anunciar su nombre “Emanuel”, que significa Dios con nosotros.
Y probaremos aún más profundamente nuestra tesis bíblica. Sobre el pueblo de Israel ha escrito Pablo:
“Hermanos, ciertamente la voluntad de mi corazón y mi oración a Dios sobre Israel, es para salud. Porque yo les doy testimonio que tienen celo de Dios, mas no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia , no se han sujetado a la justicia de Dios. Porque el fin de la ley es el Cristo, para dar justicia a todo aquel que cree. Porque Moisés describe la justicia que es por la ley: Que el hombre que hiciere estas cosas, vivirá por ellas. Mas de la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer de lo alto al Cristo); o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para volver a traer el Cristo de los muertos.) Mas ¿qué dice? Cercana está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe, la cual predicamos: Ro 10:1 a 8.
El texto al que Pablo se refiere en los versículos cinco al ocho fue tomado del Pentateuco, observe:
“Porque este mandamiento que yo te mando hoy, no te es encubierto, ni está lejos. No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo tomará y nos lo recitará, para que lo cumplamos? Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo tome y nos lo recite, a fin de que lo cumplamos? Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas” Dt 30:11 a 14.
Por lo tanto, lo que Pablo llama Cristo es lo que Moisés llamó palabra y mandamiento.
Además de que Pablo dice que Israel no conoció la justicia de Dios. Y eso sucede con muchos que se consideran como cristianos. Porque no entienden que la verdad y la justicia de Dios son Sus Mandamientos. Observe:
“Tus mandamientos son la justicia”. Sal 119:172, ú.parte. Además de que, sobre la gracia, dice el Espíritu Santo por Pablo que: “Para que, de la manera que el pecado reinó para muerte, así también la
gracia reine por la justicia para vida eterna por Jesús, el Cristo, Señor nuestro.” Ro 5:21.
Entonces, aunque algunos quieran huir de la obligación de observar los mandamientos de Dios, estos, siendo la justicia de Dios, reina en la gracia, ya que ésta reina por la justicia.
Oli Prestes
Missionero
Tradução de Verónica Colasanto
oliprest
Enviado por oliprest em 04/08/2018
Alterado em 18/11/2021