LA COMIDA Y EL AMOR
¿Acaso hay una relación entre la comida y el amor?
Dice el Espíritu a través de Paulo: “Ahora bien, si tu hermano se angustia por causa de lo que comes, ya no te comportas con amor. No destruyas, por causa de la comida, al hermano por quien Cristo murió”. Ro 14:15. ¿Qué quiere decir eso?
Dios, en Su inmenso amor, dejó a Sus hijos leyes sobre la alimentación. Pero muchos que no se aman también se alimentan sin respetar las leyes, causando tristeza a otros hermanos y sirviendo como tropiezo para los débiles.
Siendo el amor la observación de los mandamientos, y los mandamientos la ley, quien no obedece la ley de la alimentación no está caminando en el amor. Dijo Dios al presentar las leyes sobre animales limpios y animales inmundos: “Eres hijo del Señor tu Dios. No comas ningún animal abominable”.
Dt 14:1, p. parte y 3. Y: “Sean santos, porque yo, el Señor su Dios,
soy santo”. Lv 19:2, segunda y última parte.
Al pronunciar su discurso sobre la alimentación de cosas sacrificadas a los ídolos, el apóstol dice que “No perdemos nada si no lo comemos, y no ganamos nada si lo comemos”. 1 Co 8:8. Y: “Pues el reino de Dios no se trata de lo que comemos o bebemos, sino de llevar una vida de bondad, paz y alegría en el Espíritu Santo”. Ro 14:17. Sin embargo, hay quien interprete las palabras del apóstol equivocadamente, prefiriendo que la comida se excluya de los requisitos necesarios para la santificación y manteniendo la creencia en pasajes bíblicos que no
informan lo que pretenden informar.
Es el caso de la visión de Pedro, quien recibió la orden de matar y comer animales inmundos en una sábana que descendió de los cielos.
Pedro fue categórico al decir que nunca había comido nada impuro e inmundo; así todo, se le informó de que no debería llamar a algo impuro si Dios lo había santificado. Pero sólo entendió el significado de su visión después de haber llegado a la casa del centurión Cornelio y, luego de predicarle sobre el camino, haberse derramado sobre ellos el bautismo con el Espíritu Santo. Entonces este dijo: “Veo que no debo considerar inmundo aquello que Dios santificó: los gentiles”. He 10:10-34. Las Escrituras, hablando de los que sufrirán la pena de la segunda muerte, dicen en el libro del Apocalipsis que serán lanzados al lago de fuego: los abominables. Ap 21:8. Es cierto que en el libro del profeta Isaías esa sentencia ya había sido prevista:
“Porque he aquí que el Señor vendrá como torbellino, para descargar su ira con ardor y su reprensión con llamas de fuego (...) contra los que comen carne de cerdo y de cosas detestables como el ratón, serán aniquilados juntos, dice el Señor”. Is 66:15 a 17.
Si eso se refiere a la venida del Señor, cuando Él dará cada uno según Sus obras, no vemos por qué decir que fueron abolidas o que ya fueron cumplidas, o aun que se referían a los judíos nominales.
Las cosas espirituales sólo disciernen al hombre espiritual. Cuando Jesús dijo que lo que entra en la boca no contamina no estaba purificando todos los alimentos, pues no podía contradecir lo que Él mismo concedió a Moisés para instruir a Su pueblo, con el fin de que la población fuese santa como el Señor. Mt 15:11-20. Examinando el pasaje bíblico en el que se narra lo ocurrido, vemos la conclusión de Jesús: “Pero el comer sin lavarse las manos no contamina al hombre”. Versículo 20.
Aquellos que consideran la fe y el amor suficientes para su salvación, diciendo que la fe es creer en la existencia de Dios y el amor un sentimiento de querer bien o no hacer mal al prójimo, olvidan o descuidan lo que dice el apóstol: (...) “si la comida hace tropezar a mi hermano, jamás comeré carne”. Y esa afirmación está de acuerdo con otra escritura que dice que el amor no busca sus propios intereses. 1 Co 13:5.
Verdaderamente, el amor de Dios excede todo entendimiento.
Ef 3:19.
Dice el apóstol que el amor sea sin fingimiento. Ro 12:9. No se debe pretender mostrar cumplir los mandamientos frecuentando el templo los sábados y no santificándolo como el Señor requiere.
Veamos lo que nos dice el Señor a través del profeta Isaías:
“Así dijo el Señor: Guardad derecho, y haced justicia; porque cercana está mi salud para venir, y mi justicia para manifestarse. Bien aventurado el hombre, que esto hiciere; y el hijo del hombre, que esto abrazare; que guarda el sábado de contaminarlo, y que guarda su mano de hacer todo mal. Y el hijo del extranjero, allegado al Señor, no hable diciendo: Me apartará totalmente el Señor de su pueblo. Ni diga el eunuco: He aquí yo soy árbol seco. Porque así dijo el Señor a los eunucos que guardaren mis sábados, y escogieren lo que yo quiero, y abrazaren mi pacto: Yo les daré lugar en mi casa, y dentro de mis muros, y nombre, mejor que a los hijos y a los hijas; nombre perpetuo les daré que nunca perecerá. Y a los hijos de los extranjeros, que se allegaren al Señor, para ministrarle, y que amaren el nombre del Señor, para ser sus siervos; todos los que guardaren el Sábado de contaminarlo, y abrazaren mi Pacto, yo los llevaré al monte de mi santidad; y los recrearé en la Casa de mi oración. Sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi Casa, Casa de oración será llamada de todos los pueblos. Is 56:1-7.
Jesús censuró a los escribas. Ellos pretenderían mostrar su devoción con relación al día sábado, pero Jesús les dijo que ellos soltaban a sus animales el sábado para darles de beber y, nada obstante, censuraban a Jesús por el hecho de curar a los enfermos el sábado. Mt 12:9-12; Mc 3:1-4.
Nos dicen las Escrituras que quien está en Cristo, nueva criatura es; lo viejo ya ha pasado, y todo se hizo nuevo. 2 Co 5:17. ¿Y cómo estar en Él?
Ellas nos dicen: “Y el que guarda sus mandamientos, está en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado”. 1 Jn 3:24, p. parte.
Y dice más aún: “Y vestir el nuevo hombre que es creado conforme a Dios en justicia y en santidad de la verdad”. Ef 4:24.
Ahora bien, el nuevo hombre ha sido creado por Dios en la justicia y la rectitud procedentes de la verdad. Y demostraremos que la justicia y la verdad son los mandamientos de Señor y el decálogo divino, los diez Mandamientos.
Dios es amor. El amor es el respeto a Sus Mandamientos. Quien ame a Dios cumple Sus Mandamientos. De esa forma, Dios también es Ley y Mandamientos. Él ama el orden, y en todo demostró amarla al aplicar leyes que rigen todas las cosas. Lo que parece no tener ley es la continua transgresión de los hombres la Ley de Dios. Pues dice Isaías: “Se destruyó, cayó la tierra. Y la tierra hizo bancarrota bajo sus moradores, porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, rompieron el pacto sempiterno”. Is 24:4 y 5. Y como sabemos, el pacto eterno son los Mandamientos de Dios, los diez Mandamientos”. Dt 4:13.
Como nuevas criaturas, también debemos tener un ropaje nuevo, tal como lo manifiestan las Escrituras: “Vestíos pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de tolerancia. Soportándoos los unos a los otros, y perdonándoos los unos a los otros, si alguno tuviere queja del otro, de la manera que el Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros” Col 3:12 y 13.
Hablando a través de Isaías, dice el Señor: “Y echarán mano de un hombre siete mujeres en aquel tiempo, diciendo: Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; solamente sea llamado tu nombre sobre nosotras, quita nuestro oprobio”. Is 4:1.
Esas mujeres de quienes Dios habla son las iglesias que se alimentan de sus propias doctrinas filosóficas haciendo su propio pan; y no se alimentan del pan que descendió de los cielos, Cristo; y se visten de su vestido, rechazando el lino finísimo, limplio y resplandeciente de los santos, que es la justicia de los justos. Ap 19:8. Y esa justicia es el cumplimiento de los Mandamientos. Sin embargo, ellas, para ser mujeres con nombre, se dicen cristianas; después de todo, una mujer con hijos pero sin marido es una mujer despreciada. Es por esta razón que adoptaron ese nombre y dicen ser Cristo su marido, cuando en realidad son hijas de la madre de las meretrices, la maestra de las hechicerías.
Los justos recibirán tres coronas: de gloria, de vida eterna y de justicia.
Después que nuestros pecados fueron justificados nos tornamos justos. Y eso no ocurrió por obras que tuvimos si no por nuestra fe en Aquél que justifica el impío y que, a través de Su sangre, nos ha redimido. Y ahora, libertos del pecado, fuimos hechos siervos de la justicia: de los mandamientos del Señor, que son la verdad y la justicia. Sal 119:142 y 172.
Y ahora él dice: “Hijitos, no os engañe ninguno; el que hace justicia, es justo, como Él también es justo”. 1 Jn 3:7. Y practicar la justicia se traduce en observar Sus Mandamientos.
Siendo el amor de Dios el cumplimiento de Sus Mandamientos, el amor de Dios del que habla Pablo que está derramado en nuestros corazones, son Sus Mandamientos. Ro 5:5. “Y sobre todas estas cosas vestíos de caridad, la cual es el vínculo de la perfección”. Col 3:12-14. Pero, ¿qué es la caridad?
Dicen las Escrituras: “Porque esta es la caridad de Dios, que guardemos sus mandamientos”. 1 Jn 5:3, p. parte.
“Que ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las tribulaciones del Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia; de la cual soy hecho ministro, por la dispensación de Dios la cual me es dada en vosotros, para que cumpla la palabra de Dios; a saber, el misterio escondido desde los siglos y generaciones y que ahora ha sido manifestado a sus santos, a los cuales quiso Dios hacer notorias las riquezas de la gloria de este misterio en los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, el cual nosotros anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando en toda sabiduría, para hacer a todo hombre perfecto en el Cristo Jesús”. Col 1:24 a 28.
“Mas cualquiera que fuere como el maestro, será perfecto”.
Lc 6:40.
Oli Prestes
Missionero
Traduzido por Verónica Colasanto
oliprest
Enviado por oliprest em 04/08/2018